viernes, 13 de agosto de 2010

Apuntes sobre las candidaturas independientes (2a. parte)

EL ESPÍRITU CONSTITUCIONAL
La sugerencia de algunos pecenistas de recurrir a las grabaciones en las que figura el original espíritu de los constitucionalistas de hace 25 años es una insulsez digna de Francisco Merino (de hecho, fue él quien lo dijo).
Hace un cuarto de siglo, El Salvador sufría una guerra civil, y no era excesivo creer que el concurso de las fuerzas institucionales en la Asamblea Nacional Constituyente era del 100 por ciento, es decir, que la mayoría de las organizaciones reconocidas por el Estado, léase el aparato político que servía a la derecha económica, estaba representado de modo fidedigno.
Pero la guerra concluyó, y como resultado no sólo se cuenta ahora con algunos partidos políticos de izquierda (o de derecha benigna, según el gusto de cada quien), sino que la sociedad civil ya no puede intepretarse como la suma de los frentes de masas, organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro y anexos de aquellos tristes años, no.
Ahora la sociedad civil es un cuerpo más completo de expresiones, interpretaciones de la realidad, usos culturales, modos de vida, sensibilidades ante los grandes temas, una confluencia de ismos que no caben en los eslóganes del pasado. Antes, en clave ideológica, era fácil descalificar a las manifestaciones sociales, pero eso es el pasado, los tentáculos del pasado moviéndose con torpeza; ahora, la sociedad requiere nuevos cuencos en los cuales desbordarse, y los partidos políticos no le bastan ni lejanamente.
La Constitución a la que alegan estos funcionarios no fue escrita hace 200 años por librepensadores, ni fue el resultado de un pacto social, sino la manifestación jurídica de un momento histórico quizá reciente pero diametralmente distinto. No es posible que el mismo texto al que ahora defienden con prusiano encono haya sido ignorado para promover la tristemente célebre moción de la obligatoria lectura de la Biblia. Pero... qué podemos esperar del PCN.

jueves, 12 de agosto de 2010

Apuntes sobre las candidaturas (1a. parte)

El tema de las candidaturas independientes, que permitirían al país dar un importante paso hacia la modernización del ejercicio político y pondrían finalmente a prueba el vigor de instituciones con un adn tan anacrónico como Arena y el Fmln, merece la atención de todos los ciudadanos responsables.
Me parece fundamental que todos opinemos sobre esto y nos informemos a profundidad porque lo está en juego es de una relevancia histórica, y porque es una de las tantas batallas entre un poco de futuro y un mucho de pasado que se libran en nuestra sociedad por estos días.
El patente interés de los partidos políticos, pero sobre todo el de los poderes fácticos detrás de ellos para sabotear esta novedad, que arrebataría eventualmente el monopolio de la representatividad a esos institutos, debe alertarnos.
Solicito al lector desde ya su comprensión. Lo mío no es la filosofía política, pero igual he escrito una serie de reflexiones al respecto. A continuación reproduzco la primera. Agradeceré sus comentarios.

EL MONOPOLIO DE LA REPRESENTATIVIDAD
En la original negativa de los partidos a aceptar las candidaturas independientes, se leen dos nociones lamentables.
La primera es cierto desdén por la calidad de sus conciudadanos que nos dedicamos a otras profesiones, como si el hecho de que ellos no hayan ejercido sus profesiones (en los casos de los que tienen un trabajo distinto a ser, por ejemplo, la esposa de Will Salgado) y en lugar de ello hayan practicado el activismo uno de cada tres años durante buena parte de su vida adulta los hizo mejores que el resto de nosotros.
La segunda es una peligrosa pretensión: el monopolio de la representatividad, toda una paradoja de la filosofía política, pero una consecuencia lógica del modus vivendi de los políticos salvadoreños.
Por naturaleza, la democracia es vertical en cuanto sistema de gobierno: hay quien manda y quien es mandado.
Claro, en las aulas escolares nos enseñaron que es el mando de la mayoría si por tal se entiende que la democracia se somete a la regla mayoritaria en la toma de decisiones (quien recibe más votos, gana) pero no es mando de la mayoría si queremos decir que el mayor número gobierna y el menor número es gobernado.
La democracia tendría que ser un gobierno de muchos pero en realidad es de pocos, pero en el proceso nunca otorga todo el poder a nadie, sino que lo reparte de distintas formas entre mayorías y minorías que se alteran entre sí justamente en función del principio mayoritario.
Hasta ahí, todo está bien, es el abc de la democracia, pero ¿y si esa minoría que gobierna cierra a los demás ciudadanos la posibilidad de figurar entre ese reducido grupo que ejerce el poder?
Mientras la adhesión a un partido político siga siendo la condición sine qua non para aspirar a un cargo público, la democracia seguirá secuestrada por cuatro o cinco marcas desgastadas y sus patrocinadores, entre los cuales por cierto nadie nos garantiza que el crimen organizado ya esté figurando.

martes, 10 de agosto de 2010

La nueva Federación de Fútbol

El problema del fútbol salvadoreño siempre fue la incapacidad de sus dirigentes, una recurrencia posible merced a los nulos filtros previos a la elección de los federativos.
Hombres de tan pocas luces intelectuales como Juan Torres o Rodrigo Calvo llegaron al máximo sitio del balompié nacional sin necesidad de una exposición de objetivos, de un plan de trabajo (y ojo, que estamos hablando de que no presentaron absolutamente nada, ni siquiera un adefesio con las tildes mal puestas), apenas convenciendo a 30 o menos miembros de la asamblea general del fútbol.
La última elección de la FESFUT no fue la excepción. Durante los próximos cuatro años, Carlos Méndez Cabezas ocupará la presidencia, luego de un proceso eleccionario oscuro y excluyente, y en el que nunca tuvo la necesidad de exponer a la opinión pública cuáles son sus intenciones más allá del consabido "abonar a la recuperación del deporte de las mayorías y llevar al país a su tercer Mundial (telón piadoso)".
Méndez, que fue miembro de la criticada comisión normalizadora, representa la continuidad administrativa del periodo de Rodrigo Calvo, durante el cual se violaron reglamentos y leyes no sólo de la misma federación sino que de la República. La posibilidad de que entre sus directrices (y la de su ex compañero de comisión y hoy también federativo Francisco Peñate) figure ocultar los manejos financieros relativos a la selección durante la hexagonal, lo relativo a los contratos de patrocinio de ese periodo y los detalles de la siempre delicada venta de derechos televisivos de la selección es alta, a menos que una auditoría independiente diga lo contrario.
Así pues, lo que en otras administraciones fue estricta incapacidad intelectual o en el mejor de los casos ineptitud administrativa, en esta es de entrada falta de credibilidad. Sólo en la medida que el nuevo presidente de la entidad y su directorio abran las puertas de la FESFUT más allá de la cháchara propagandística, podremos reconocer algo de futuro y no tanto de pasado en este tema tan dolorosamente trillado.

viernes, 28 de mayo de 2010

País amnésico

En un año, todo el entorno político partidario (es decir, la gente, pública o no, que vive de los partidos políticos) ha sufrido un profundo ataque de amnesia. Y aunque en algunos casos esa incapacidad de recordar el pasado pueda atribuirse a locura, senilidad o shock posconteo, no por eso deja de ser curioso lo simultáneo del estado en que se hayan por igual opinadores, escribidores, analistas, voceros y por supuesto titulares de las dos banderas partidarias más vendidas de El Salvador.
Primero, tenemos a los opinadores. Muchos de ellos, amparándose en las requeteconfiables encuestas, amén de en los sesudos análisis de gente de amplio e independiente criterio como Oppenheimer, Galeas, Membreño, Ivo, etc., daban por imposible un triunfo del FMLN, aducían que Mauricio Funes sería poco menos que el títere de Hugo Chávez, y que pronto todos andaríamos con boina, aleccionados por el temible Sánchez Cerén.
Ahora, en un giro retórico más bien pobre, estos mismos heraldos negros sostienen que Funes es un estadista notable (¡en un año!), y que su principal enemigo es precisamente el FMLN.
La construcción propagandística de estos señores, que nunca ha soportado más allá de la maníquea, intolerante y antidemocrática ecuación buenos versus malos (siendo los buenos sucesivamente Arena, Arena con Saca, Saca sin Arena, y los malos Héctor Silva, el Frente de Schafick, el Frente sin Schafick, Hugo Chávez) es ahora digna de literatura fantástica: el bueno, toda vez que no hay hoy por hoy un solo líder creíble en la derecha, ¡es Funes!
En el fondo, se trata de un ejercicio de coherencia no ideológica sino de modus operandi. Así como en algún momento, a este grupo de profesionales de la propaganda se les hizo más importante beneficiarse del poder económico y acceso a la información que suponía alinear en el equipo de Elías Antonio Saca (ojo, no de Arena o de su cúpula), ahora hacen lo mismo con Funes, y no necesariamente con el Frente. Ergo, usufructúan las necesidades sucesivas de agenda de los mandatarios, "un trabajo sucio que alguien tiene que hacer", diría uno de ellos.
La amnesia (es un eufemismo) de estos personajes es perniciosa, y no por todo lo que dejan de decir o por lo que no entienden, sino por todo lo que malinforman. Y lo más doloroso en muchos de los casos, hablando como contribuyente, es que más de alguno de estos come de mis impuestos, de los tuyos, de los de todos.
Sólo hagámonos una pregunta. ¿Por qué Funes no reveló los pagos a periodistas realizados durante la gestión Saca? Al menos un miembro de su círculo prometió revelar esos datos. Tal vez también a él lo atacó la amnesia.
En un próximo blog, la amnesia del Frente.

domingo, 9 de mayo de 2010

Adiós, maestro

Lo conocí siendo yo estudiante de octavo grado. Me impresionó que, además de conocer prácticamente cualquiera de mis pobres referencias bibliográficas con una erudición que no por eso lo volvía una persona inaccesible, era trabajador social.
De hecho, fue compañero de estudios de mi madre en la Escuela de Trabajo Social de El Salvador, de tal suerte que aquel hombre al que el total de mis compañeros del Externado San José conoció en aquel cine forum, en una fecha perdida de 1986, como "el licenciado Escobar", para mí ya era, merced a las historias que doña Rebeca contaba de él, "Paco Escobar", a secas.
Ese Paco Escobar del que mi madre me platicara tantas veces en mi preadolescencia era un personaje peculiar, lector de todo lo que se le cruzara por las manos, una potencia intelectual, un hombre generoso, un profesor por naturaleza, un dador de conocimiento, poeta, actor...
Pero ni siquiera la familiaridad con aquel hombre que todas aquellas historias me pudieron despertar me animó a dirigirme a él con un alias distinto al del resto de mis contemporáneos. Esa incapacidad de ponerme a su nivel siquiera al saludarlo por su nombre de pila me persiguió siempre. No la vencieron, ni los años en que fue mi maestro, ni los años en que fui instructor en alguna de sus materias, ni los años en que, ya iniciado en la profesión, me recibió para brindarme generoso consejo.
Si entonces nunca me atreví a decirle sino "licenciado", debo reconocer que siempre lo consideré más maestro que ninguna otra personas de las que he conocido y de las que quizá conoceré.
En homenaje a ese hombre, sólo me cabe decir que, más que su inteligencia, mas que su dominio de la estructura narrativa que lo convirtió en el mejor escritor salvadoreño del último cuarto de siglo, más que su capacidad de convivir en las diferencias pese a crecer en un entorno polarizado, y que incluso más que su profundo sentido de la justicia cristianamente entendida, lo que siempre admiré de él, lo que aprendí de él, fue que la soledad puede ser un método, puede ser una herramienta, e incluso una opción de vida, y que en ella hay tanto valor como en cualquier otra decisión que un hombre tome en su adultez, si al cobijarnos en ella hallamos la felicidad.
Gracias, maestro.

El funcionario

Columna de opinión publicada el domingo 23 de abril de 2017 en la edición print de La Prensa Gráfica, a propósito del presidente de PROESA ...